miércoles, 17 de abril de 2013


El Triunfo; Los Quetzales y la niebla

Cuentos y Aventuras de un Pajarero Mexicano

 

…después de ver a los Pavones, regresamos al campamento, aunque ya hace calor, el bosque sigue muy húmedo: así es siempre en los bosques de niebla. Mientras tanto, varias Charas de niebla (Cyanolyca pumilo) hacen ruido y vuelan en las partes más altas de los árboles, hay algo de actividad de los Common-bush Tanager, y junto a ellos, viene un pequeño Chivirín cejirufo (Troglodytes rufociliatus).

El trabajo de monitoreo es en las mañanas, regresamos al campamento a la 1:00 pm y tengo la tarde libre para pajarear. Así que lo aprovecho.  Empiezo a caminar por un sendero pequeño, buscando actividad, poniendo atención a lo que camina por el suelo y a las ramas de los árboles. Hay un Slate-throated Redstart saltando y también un Green-throated Mountain-gem.


El Pajuíl... muy de lejos
Un Trogón de Collar (Trogon collaris) se percha cerca del camino, y por un segundo pienso en que puede ser un Quetzal, pero no lo es, aunque sigue siendo bonito. Pero, de repente escucho que algo grande se mueve en las copas de los árboles, justo detrás de mí: es un Pajuíl, que camina por entre las ramas, se mueve rápidamente, y pasa cerca de mí, y luego desaparece entre el bosque. Todo queda en silencio por un momento, pero luego escucho que algo viene caminando entre la hojarasca del suelo del bosque, recuerdo que aquí hay jaguares, pumas, tapires y mamíferos grandes que vagan libremente y mi corazón se acelera: definitivamente no me quiero encontrar con un puma aquí, me quedo muy quieto, y entonces aparece… ¡un Pecarí de Collar! (Tayassu tajacu) que me mira y sigue su camino por el suelo del bosque.

Mientras camino de regreso al campamento, empieza a atardecer y hay algunos Chestnut-capped Brushfinch que hacen ruido y se mueven siempre cerca del suelo, pero lo que es más impresionante es una pareja de Clorofonias (Chlorophonia occipitalis) que está comiendo frutos, también hay un Rufous-collared Thrush, está llamando el Halcón selvático barrado desde adentro del bosque, y los árboles y la cresta de las montañas se empiezan a tornar rojizas mientras el sol se oculta, salen las primeras estrellas y cantan los Buhos. Todos los que convivimos en el campamento: los investigadores, los guardabosques y un colado (es decir yo) nos reunimos para cenar. Y cuentan historias, de los pumas y de los jaguares que caminan por el bosque, y también del Tapir que, a veces, llega de noche al campamento y del puma que se para a rugir allí por donde pasa el río. Para cuando se acaban las historias ya hace bastante frío y nos retiramos a dormir, al otro día tendremos que caminar otro sendero para monitorear a las aves.

Chlorophonia occipitalis-Macho
El amanecer llega, con la humedad casi al 100% y algo de frío y neblina: y empezamos a caminar, de nuevo en busca de Quetzales o Pavones, y escuchamos un Quetzal, pero no lo vemos: los grandes árboles del género Quercus que son los más altos que se encuentran aquí, van formando el dosel del bosque, y debajo de ellos crecen muchas otras plantas, palmeras, grandes helechos, plantas epifitas: y entre toda esta vegetación se mueven los Tapires, los Jaguares, los Pecaris y las aves, como un Blue-throathed Motmot que escuchamos… y de repente, volvemos a escuchar al Quetzal, pero esta vez, esta vez viene directo hacia nosotros y se percha a tres metros de donde estamos, un Quetzal macho, verde brillante y rojo, una maravilla hecha de plumas, y luego vuelve a volar, y cuando vuela, se mueven esas magnificas plumas cobertoras de la cola, largas y verdes que se mueven alrededor de su cuerpo.

Tomamos medidas de la distancia a la que estaba el Quetzal, y no mucho más, porque no pudimos saber que era lo que estaba haciendo cuando lo encontramos, simplemente lo vimos, nos vio, y salió volando. Al seguir caminando se hacen presentes los Grey-breasted Wood-wren, y se escuchan los Ruddy Foliage-gleaner , hay un pequeño Colibrí (Atthis ellioti) que vuela sobre unas flores rojas, también canta un picogordo encapuchado (Coccothraustes abeillei), un ave de grandes alturas y de bosques de niebla.

 Y llegamos a un lugar donde hay algunos “bañaderos” de Pavón: estos  son lugares despejados donde van los Pavones a bañarse con tierra y que también cumplen una función en el cortejo. Pero todavía no hay ningúno ahí.

El quetzal... me tembló la mano
Más adelante, volvemos a escuchar a los Quetzales, y vuelan desde un árbol de aguacate, hasta un enorme encino. Y de ese encino, vuelan hasta perderse en el bosque; dice una leyenda que escuché un día, que los quetzales se volvieron verdes por comer tanto aguacate, eso no lo sé, pero pasan cosas increíbles en el bosque. En ese bosque que es uno de los bosques de niebla mejor conservados de México, donde aunque no llueve, la atmosfera siempre está húmeda y los helechos gigantes crecen junto a pequeños musgos.

Cuando caminamos de regreso al campamento vuelan sobre nosotros unas cinco Tucanetas (Aulacorhynchus prasinus), Canta un Ruddy-capped Nigthingale Thrush  que está a un lado del camino, un Yellowish flycatcher atrapa algunos insectos al vuelo, un  Spotted Nightingale-trush, que tiene el pecho amarillo pasa saltando a través del camino, y volvemos a escuchar al Pavón… de nuevo ese sonido profundo del  otro día, que incluso es difícil de oír por el sonido del agua que corre, pero ahí está, y aunque lo buscamos, no lo podemos encontrar, pero es increíble como un ave casi del tamaño de un Guajolote puede ocultarse tan bien.

Regresamos al campamento y hace bastante calor, pero durante la tarde se empieza a nublar, y para cuando cae la noche, la niebla es muy espesa: empieza a soplar viento. Y se desata una tormenta tal,  al otro día ya no podemos salir, hace mucho viento y no se puede ver mucho por la niebla que ha bajado. Así que no nos movemos del campamento y tenemos que encontrar alguna forma de pasar el día, encerrados y sin poder salir, pensando en cómo bajaremos al día siguiente.

Al amanecer del otro día, nos despedimos del campamento “El Triunfo” que todavía está envuelto en neblina, al ir bajando, las nubes se dispersan, y todavía puedo ver a un Paltry Tyrannulet y a una parvada de Pericos Barrados que nos sobrevuelan, así me despido del Bosque de Niebla de “El Triunfo” Chiapas, donde todavía viven los Quetzales, donde caminan los jaguares bajo los viejos árboles y donde viven los misteriosos Pavones: Un lugar que ya es parte de mi memoria.




Musgos, Bromelias, Nieblas y Bosque

El Triunfo; el hogar del Pavón... y de otras aves

Cuentos y aventuras de un pajarero mexicano

La reserva de la biósfera “El Triunfo” se ubica al sur del estado mexicano de Chiapas, tiene aproximadamente 119,117 hectáreas, y es una reserva de la biosfera desde 1990. Aunque tiene diversos tipos de hábitat, lo más importante de este lugar, es el bosque de niebla…

Y a ese bosque de niebla tuve la oportunidad de ir durante tres días (y un poco más) durante enero de 2013, con un grupo de biólogos e investigadores del INECOL (instituto de ecología) para hacer un monitoreo del Pavón Cornudo (Oreophasis derbianus) Pajuíl (Penelopina nigra) y Quetzal (Pharomacrus moccino)  y bueno, como yo soy un observador de aves, aproveché el viaje para poder ver estas especies y algunas más: ahora comparto mi experiencia…

Para llegar El Triunfo hay que pasar por distintos lugares, el último pueblo por donde pasamos, se llama Jaltenango La Paz, y después, la carretera de vuelve un camino de tierra y los árboles empiezan a hacerse más grandes y vamos pasando poco a poco de un hábitat de selva baja a un bosque de niebla, me doy cuenta de eso, porque los escurrimientos de agua son cada vez más frecuentes y hay orquídeas en los árboles.

Después de un camino con muchas curvas, llegamos a Finca Prusia, donde nos preparamos para empezar a subir caminando, porque, para llegar al campamento El Triunfo, hay que subir aproximadamente doce kilómetros caminando.

Al ir subiendo poco a poco, el paisaje va cambiando, primero pasamos por cafetales: luego, poco a poco el bosque de niebla va ganando terreno, hay pequeños parches de bosque de pino. y conforme vamos subiendo, se empieza a sentir un poco de frío. Los paisajes que se ven desde el sendero, son increíbles, las cimas de los cerros se van acercando cada vez más, o más bien, tú te vas acercando a la cima.

La vista desde el sendero te quita el aliento... si te queda
Finalmente, después de algunas horas de camino, llegamos al campamento, ya está anocheciendo y se escuchan algunos Búhos (Strix fulvescens), que son comunes aquí. Una vez anocheciendo, empieza a hacer más frio: estamos a casi 2000 metros sobre el nivel del mar, y aquí, a veces la temperatura puede bajar hasta 0°c durante la noche.

A la mañana siguiente, nos levantamos antes de que amaneciera, para comer algo y comenzar el monitoreo; que consiste en caminar una distancia determinada y, si vemos alguna de las tres especies buscadas (Quetzal, Pavón o Pajuíl) hay que registrar el lugar, y el comportamiento: todo esto aporta datos para el conocimiento de la especie y acerca de su población.

Dentro del bosque de niebla hace frio y está muy húmedo, el agua escurre desde las copas de los enormes árboles que hay aquí, los Grey-breasted Wood-wren están cantando con fuerza, de hecho se escuchan varios individuos, pero no hay mucho más, el bosque está muy silencioso. Pero al seguir avanzando, empiezan a aparecer las aves; de repente aparece un Spectacled Foliage-gleaner, buscando su comida cabeza abajo entre las hojas, también hay Clarines Jilgueros cantando, un Becard que no se deja ver muy bien y por allá trepa un Spotted Woodcreeper: pero todavía no hay rastros de las aves que buscamos.

Cuando ya llevamos dos kilómetros caminados, escuchamos al Pavón: hace un sonido verdaderamente extraño, cómo cuando soplas por el cuello de una botella, unas siete veces: es un sonido de muy baja frecuencia, que incluso se puede confundir con el batir de alas de un colibrí, pero ahí estaba, era definitivamente un Pavón, tomamos los datos de donde lo habíamos escuchado, lo intentamos ver, pero es un ave muy sigilosa, y probablemente esté lejos: no lo encontramos.

Así que seguimos caminando para completar el transecto, para ese momento, ya hace calor dentro del bosque, de repente pasan zumbando los Green-throated Mountain-gem, que se alimentan del néctar de las flores de algunas bromelias, aparte hay algunas orquídeas en los árboles, musgos cubriendo todos los troncos, un Pavón muy quieto, unas cuantas lianas… ¡espera un momento! Ahí está el ave que buscamos: es un inmaduro, no tiene muy largo el cuerno rojo que caracteriza a la especie, todavía le falta crecer. Estamos tan concentrados en observarlo, que no nos damos cuenta que también hay otro Pavón escondido: es la madre del inmaduro, ella se acerca, y de da de comer. La observación de estos comportamientos es muy importante, en parte porque no se sabe mucho de los pavones y porque cada observación que se hace de ellos, es potencialmente, un dato no conocido.

Lentamente las aves se van alejando, son muy tranquilas y se toman todo con mucha calma, a pesar de que hay unos cuantos humanos observándolas, nos hemos encontrado con ellas casi al final del recorrido, por lo que acabamos de recorrer los últimos metros que faltan y regresamos al campamento.

El pavón cornudo (Oreophasis derbianus)
Pero nos espera una sorpresa, porque al regresar, en el lugar donde escuchamos al primer Pavón del día, ¡encontramos otros dos! Son dos adultos en cortejo: es increíble el comportamiento que tienen; el macho llama desde un lugar alto, y la hembra le responde (los llamados de machos y hembras son distintos) el macho es estimulado a comer por el llamado de la hembra y después, el mismo macho alimenta a la hembra, como si fuera una cría.

¡Y los Pavones continúan su cortejo sobre nuestras cabezas! Y se van moviendo lentamente hacia adentro del bosque…



(esperen por la segunda parte)