Por estas fechas, más o menos, arriba de mi cabeza (es
decir, en los bosques de pino que hay arriba de Xalapa) pasa en migración una
especie muy interesante: Chipe de Cachete Dorado (Setophaga chrysoparia) que está en peligro de extinción por la
disminución de sus hábitats de reproducción e invernación en Texas y los Altos
de Chiapas y Guatemala, respectivamente, y que migra por la franja de bosques
de pino encino y bosque de niebla de la Sierra Madre Oriental, cómo esta
especie migra muy temprano respecto de otros chipes, ya era tiempo de que lo
fuera a buscar a un sitio llamado La Joya, pero el estado del tiempo tenía
otros planes.
Llegué a La Joya
después de haber pasado por varios bancos de neblina en la carretera y no podía
ver muchos metros más allá de mi nariz y aparte hacía frío y estaba lloviznando
con el típico Chipi-Chipi de la zona… sólo fue entonces que consideré que había
sido una mala idea ir allí, así que fue necesario bajar de nuevo por las curvas
porque si no… el regaño de mi mamá sería inevitable al estar más tiempo en esa
neblina casi opresiva.
Pero bajando La Joya, en una de las desviaciones de la
carretera se leía en letras blancas sobre verde: “Tlacolulan” y ese nombre
sonaba bien para ir a conocer el pueblo y también para pajarear: ahora les
explico él porque es interesante para mí este lugar; Tlacolulan significa en
Náhuatl, Lugar de Tlacuilos o Pintores, y fue durante tiempos anteriores a la
conquista española una ciudad importante. Ahora bien, el pueblo de Tlacolulan
que vemos hoy, no es el asentamiento original, el pueblo perhispánico original
estuvo enclavado en la montaña, y hoy es llamado Tlacolulan El Viejo, es allí a
donde quería ir para buscar aves, porque aún con el cielo cubierto de nubes y
amenazando con llover, no me iba a regresar a Xalapa sin pajarear.
El pueblo de Tlacolulan y su bosque |
Desde la carretera federal Xalapa-Perote, al pueblo de
Tlacolulan son aproximadamente unos veinte minutos* y de ese pueblito, hasta el
pueblo viejo, son unos cinco kilómetros de camino. Comencé la pajareada ya
tarde, como a eso de las once de la mañana, pero el cielo nublado me daba un
chance de encontrar todavía actividad. Justo saliendo del pueblo quedaban
cerros llenos de bosque mesófilo, pero el valle estaba lleno de potrero, aún en
los cerros pueden quedar los chivizcoyos, pero no los escuché. Sólo veía en los
potreros a los Gorriones Cejiblancos (Spizella
passerina) y uno que otro Junco Ojilumbre (Junco phaeonotus) pero de repente, sobre mí, aparecen volando unas
aves rapidísimas, que no logro distinguir a la primera ojeada, parecen vencejos
y después de seguirlos un rato con la mirada me doy cuenta que son Vencejos
Gorjiblancos (Aeronautes saxatalis)
tenía rato de no ver a estos amigos, que seguramente viven en las paredes casi
verticales de un cerro que veo adelante.
Cuando el camino llega junto a ese cerro, se presenta un
panorama interesante: de un lado está el cerro cubierto de bosque mesófilo con
sus exuberantes bromelias y musgos creciendo por doquier; allí está cantando el
Clarín Jilguero (Myadestes occidentalis)
y el Zorzal Pico Anaranjado (Catharus
aurantiirostris) y del otro lado del camino hay pinos creciendo sobre el
flujo de lava solidificada que alguna vez salió del Cofre de Perote, allí
cantan ya los Juncos Ojilumbres y también los Pavitos (Myioborus miniatus) y el camino que sigo, entra precisamente por el
medio de este corredor de pinos que entra como una cinta de verde oscuro entre
los colores más claros del bosque de niebla a su alrededor.
Ptilogonys cinereus |
Entre los pinos crece esa vegetación de frío que suelo
encontrar a mayor altitud, pero aquí hay cosas interesantes: hay parvadas de
Capulineros (Ptilogonys cinereus) por
todas partes, y también los Dominicos Cabecinegros (Spinus notatus) están bastante activos, y el camino va alternando
entre bosque mesófilo y pinos, y otra vez bosque mesófilo y de nuevo pinos… y
así va subiendo, serpenteando y variando de hábitat a cada momento, de repente
tengo frente a mí una parvada de Chinchineros (Chlorospingus flavopectus) y luego me encuentro con un Atlapetes
Gorrirufo (Atlapetes pileatus) que
anda cantando en los pinos y un Chipe Cabeciamarillo (Setophaga occidentalis) anda por allí moviéndose entre pinos y encinos,
escucho de repente un Cuco Ardilla (
Piaya cayana) y lo considero raro, porque son aves de climas más cálidos,
pero su llamado es inconfundible, también escucho a lo lejos al Carpintero
Alibronceado (Colaptes rubiginosus)
al Carpinterito Mexicano (Picoides
scalaris) y al Chéjere (Melanerpes
aurifrons) pero al único carpintero que veo, es al Arlequín (Melanerpes formicivorus) volando.
Un relámpago rojo que se confunde con el verde acaba de
cruzar el camino, pero más bien suspiro que relámpago porque fue muy ligero su
paso, fue un Trogón Mexicano (Trogon
mexicanus) que se escondió en un grupo de árboles bajos, pero solo hubo que
platicar un poquito en lengua trogonesca para que saliera: mientras le estaba
chiflando para verlo, escuché en algún sitio detrás de mí el llamado de la
Paloma Arroyera (Leptotila verreauxi)
que no había escuchado en los bosques de pino antes. Pero volviendo al trogón,
por fin asomó la cabeza entre las ramas y nos vimos durante un momento, luego
voló hacia atrás y luego se perdió entre las ramas para seguir cantando donde
ya no lo pude seguir,
El bosque de pinos |
Me dediqué entonces a encontrar a esa paloma que había
escuchado pero era muy sigilosa y no la pude encontrar. Allí mismo donde
cantaba, se escuchaban varios colibríes que tampoco pude ver, porque en ese
momento pasa volando a muy baja altura un Aguila Pescadora (Pandion haliaetus) y luego varias auras
(Cathartes aura) también aparecen
volando a ras de los árboles, las rapaces comienzan a salir de todos lados y se
encaminan hacia el norte; veo Gavilanes de Cooper (Accipiter cooperi) Aguilillas de Swainson (Buteo swainsoni) y Aguilillas de Ala Ancha (Buteo platypterus) pero las aves no van volando usando termales
como casi siempre se observan, ahora van usando la fuerza de sus alas para
elevarse y tratar de volar pegadas a la montaña… rodeándola, siempre hacia el
norte. Eventualmente las rapaces saldrán de las nubes al sol, pero les faltan
algunos kilómetros para eso, por ahora su viento es la fuerza de las alas.
Empieza a bajar la niebla y tal vez la lluvia venga allí
escondida, como el terreno es pedregoso, esto se puede poner feo, así que hay
que regresar, ya en el regreso me encuentro con un Azulejo Gorjicanelo (Sialia sialis) que me recuerda el azul
de cielo que hoy no vi, y tampoco al buscado chipe
*Tomo como referencia 20 minutos de tiempo no-pajarero: pajareando puede ser mucho más
El listado de hoy
Genial Alberto...felicidades, aunque no vieras a los "chivis" seguramente fue una experiencia interesante...
ResponderEliminarEl inicio me atrapó. Lindo relato. Me dieron ganas de salir a pajarear... Gracias :)
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